Fabián Bruno

Llama mucho la atención los epígrafes del poemario de Reynaldo Cruz Zapata: dos de ellos son poetas suicidas, tal como lo informan las crónicas de la historia oficial; y el tercero, dejó el mundo terrenal por una enfermedad que poco a poco consumió sus días y sus versos. En estos epígrafes sobresale la ciudad y la mujer como entes que siempre estarán presentes y que desaparecen a la vez. La ciudad que bien podría ser Piura, la mujer que no es otra que la poesía transfigurada.
Desde el primer momento nos acercamos a un libro que trata de explicar el nacimiento de algo o alguien y esto flota en los primeros poemas. Apareciendo en una ciudad incipiente los primeros rasgos de la modernidad y junto a ellos el pecado. Y en esta ciudad llena de diversas situaciones encontramos a un personaje que huye, corre, que no lee los diarios y que contempla cómo se transforma todo; lo vemos que corre porque jamás será aceptado en los estratos.
Poco a poco vemos que este personaje que corre del mundo, nos adentra en la historia de una mujer a la que ama, la que a la vez va cambiando, cambiando de motivaciones; dejando siempre el aura que solían ser nadie en medio de la vorágine del mundo que les toco vivir y que ellos no escogieron.
Pero hay momentos en el poemario que nos trasladan a la cotidianidad, en que a esta pareja le prohíben sentarse en la vieja plazuela de una ciudad, hablar de política, de Octavio, que es un personaje que nos remonta a los tiempos primigenios del hombre y la lucha por conseguir la verdadera felicidad; y por último les prohíben escribir poesía.
Y esta ciudad se transforma continuamente y en este proceso sin fin corre Helena y el personaje protagónico del poemario. Todo va siendo denunciado y la destrucción va escalando y el personaje también comienza a comprender que la muerte es la única patria a que le pertenece; comprende también que sólo es un hombre hambriento de poesía, que no es más que un contador de sílabas.
El mundo y su destrucción, Helena correteando calata en una ciudad que es una cloaca gigantesca; en una ciudad que muta de piel con cada amanecer y que se engendra y perpetúa, buscando la salvación; pero detrás de ella sólo se avista la destrucción de todas las comarcas de La Ciudad del Pecado, como lo poetiza Roy Santiváñez.
El poemario de Reynaldo Cruz nos acerca de manera irremediable a una realidad chocante y que él denuncia a gritos. Su poemario nos remonta al inicio y al apocalipsis de nuestros tiempos en los que amó a una muchacha que ya no está más; a Helena que no es otra más que su pasión poética por devorar las palabras que aprendió antes de conocer el pecado.



Ficha Temática
Titulo: Ciudad Mutable (Canción subte para Helena)
Género: Poesía.
Autor: Reynaldo Cruz Zapata.
Editorial: Luna Negra Editores.
Diseño de Portada: Pablo Palacios Fiestas – PPF Pro.
Cuidado de Edición: Javier Vílchez Juárez.
Primera Edición: Agosto del 2008 – 500 ejemplares.
Depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú: 2008-08345.
Impreso en Editorial Universitaria – Campus Universitario s/n Miraflores, Castilla – Piura.
deangelesydemonios@hotmail.com – www.atheneapro.blogspot.com


Hubo un tiempo primordial en que los seres humanos disfrutaron de una absoluta inocencia. El mundo estaba colmado de belleza y las personas también. A ese remoto tiempo de claror y pureza nos remiten los versos iniciales del poemario de Reynaldo Cruz Zapata Ciudad Mutable cuando afirma: Y el cielo tenía / El color del pecado original /Que entonces / No era conocido. Hay una entraña de todos modos contradictoria en este reconocimiento y a la vez negación del pecado.
Roger Santiváñez, 26 de mayo de 2008, Memorial Day, U.S.A.







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